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Una historia de amor dentro de la migración Peruana a Chile

19 Diciembre, 2007

Solo Pablo puede decir cosas como:

"me sumergí en la distancia del tiempo" o

"de allí extraje el polvo cósmico como un endémico ser que viene de la nada" ¿De la nada?


Solo Flora puede vivir su realidad de emigrante. Trabaja muy duro.
¿Qué pasa en este mundo? Todos escondidos en sus banderas de orgullo

 

.
Solo Pablo puede soñar que es un pájaro que tiene pelos.

 

A Flora, en cambio, le encantaría tener una visa, según ella, "para resolver sus problemas". Flora: "vine de lejos" para trabajar.

 

Pablo disfruta de sus espejismos nocturnos. Flora se desespera y se tira sus cabellos.
Pablo es del sur de Chile se retiene un campesino. Flora no estudió en Lima para vestir un uniforme de empleada domestica en las Dehesa. Quiso ser maestra en una escuela, vivir en su ciudad, trabajar tranquila, casarse y tener hijos.


En la Plaza de Armas de Santiago, Pablo flechó a "su hembra" con un furtivo vistazo.

Flora, con su semblanza serrana, recibió alegre esa sonrisa y esa mirada. Entre las ojeadas impertinentes de los chilenos, Pablo y Flora se fueron conociendo en el tiempo.

Y llegó la hora y los persistentes barboteos de la sangre. Se enamoraron sin condiciones. Los Dioses Incas se acordaban por fin de Flora. Algún Dios Mapuche se acordaba también de Pablo.
El tiempo pasa. Flora quiere a Pablo, Pablo quiere a Flora. Pablo no tiene trabajo y prefiere convencerse que no es un ser invisible sino servible a la sociedad. Flora y Pablo piensan en la subjetiva existencia de los peruanos y los chilenos. A Flora la explotan en la Dehesa. En este lugar el mundo es un mundo aparte. Se deshace en la abundancia.
Es Domingo y es muy temprano. Flora se baña, se pone bonita y con su perfume preferido rocía su cuerpo y se deja llevar, por sus firmes pasos, hacia el lejano y solitario paradero del autobús. La indecisa ciudad de Santiago la distrae. Solo sabe que Pablo la espera contento al otro lado de la ciudad. Su enamorado se ha afeitado y ha ordenado su cuarto cerca del río para recibir como corresponde "a su polola". "El río Mapocho se parece al Rimac. ¿Serán ríos hermanos?" Piensa Flora.
Ya en el cuarto de Pablo, después de conversar, beber un buen vino, comer y comer lo que cocina Flora, unas papas a la huancaína, los dos sonríen, se toman sus manos, se abrazan y se besan con desesperación y en su incesante respiración, se dan cuenta que son felices, muy felices. Pasó ya el mediodía y
quizás sean las tres de la tarde. Se desnudan y hacen el amor. Yo, por mi parte, se que son personas de carne y hueso y de sentimientos fuertes.
El atardecer llegó para Flora. Se pone nerviosa. Bebe un vaso de agua y se despide de Pablo con un beso. Regresa a esa casa, a esa casa en La Dehesa. Casi una hora y media de viaje y hay tantas cosas que la esperan.
Pablo buscará un trabajo. Como sea, Lo que sea. Solo él puede pensar en cosas como: "ser feliz, tener hijos con Flora, conocer el Perú" Después de todo le encantan las canciones de Chabuca Granda: La flor de la canela, José Antonio, Fina estampa"
Flora quiere ser chilena pues ama a Pablo. Pablo quiere casarse con ella y ser peruano. Flora quiere nacionalizarse. Solo Pablo puede imaginar cosas como: "Chile por fin le ha dado la nacionalidad a Flora". "Flora se ha casado conmigo". "Tengo trabajo y quiero hijos".
Solo Flora puede sentir su realidad: estar inmensamente enamorada de Pablo y ser increíblemente correspondida.

 
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